Por Valeria Arza y Guillermina Actis
El lunes 26 de septiembre, el proyecto CoAct Justicia Ambiental realizó un talleren alianza con el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCYT) junto con el Laboratorio de Aceleración del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en Argentina (Co_Lab). Participaron alrededor de 20 personas que trabajan por el saneamiento de la Cuenca Matanza-Riachuelo en el ámbito municipal, provincial y nacional.
El objetivo del taller fue discutir visiones sobre cómo la ciencia ciudadana social puede contribuir a la política pública en la cuenca e identificar herramientas y prácticas para impulsar el potencial.
En una primera parte del taller, Guillermina D’Onofrio, Directora Nacional de Programas y Proyectos del MINCyT, presentó el Mapeo de Ciencia Ciudadana en Argentina que esa institución viene realizando junto al PNUD. Ya tiene relevadas 30 iniciativas de ciencia ciudadana ambiental trabajando en el país, lo que muestra que existe una masa crítica de conocimiento co-creado con personas con interés y experiencia en la temática, que podría ser aprovechado en la formulación de políticas. Luego Lorena Moscovich, Jefa de Experimentación del PNUD, presentó tres iniciativas de vinculación entre proyectos de ciencia ciudadana y gobiernos locales, que resultan inspiradores para seguir trabajando por reforzar este vínculo. Finalmente, Valeria Arza, coordinadora de CoAct Justicia Ambiental, presentó los avances del proyecto y en particular de la plataforma “¿Qué Pasa, Riachuelo?” (QPR). En esta plataforma se pueden visualizar y compartir datos usando distintos formularios co-diseñados con comunidades y expertos con experiencia en tres temas de justicia ambiental en la Cuenca Matanza-Riachuelo: calidad de agua, procesos de relocalización y reurbanización y áreas naturales.
Al ser un proyecto de ciencia ciudadana social, CoAct tiene un doble propósito: generar conocimiento científico novedoso, y poder contribuir con diferentes formas de acción, desde la ciudadanía y también desde la política pública. Es por esto que, a través del ciclo de desarrollo de actividades, este proyecto ha interactuado y considerado la visión de actores de distintas áreas de la gestión de la política de saneamiento, para comprender de qué formas podría impactar la producción de conocimiento desde la ciudadanía en la toma de decisiones. Por ejemplo, en el tema de calidad de agua, la plataforma recoge datos observables de calidad de agua superficial y también datos hidrográficos y las percepciones de las personas en relación al río. Los datos generados pueden complementar la evidencia que produce la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR). En la Resolución 283 de ACUMAR se establece que para que las personas puedan disfrutar del agua de forma segura, incluso para actividades recreativas pasivas, no deberían detectarse (con la vista o el olfato) una serie de contaminantes en las aguas superficiales. Pero no hay registros disponibles en este sentido, por los que los datos podrían servir para identificar fuentes contaminantes y para contribuir a monitorearlas.
Pensamos que la participación de la que se nutre la ciencia ciudadana puede mejorar la capacidad de respuesta ante la complejidad de problemas socio-ambientales que afectan la cuenca, ya que se pueden abordar desde ángulos muy distintos a través de las intervenciones de personas que tienen experiencia situada en cada tema. Este potencial es particularmente alto en la cuenca, donde existe un mandato legal de participación en la política pública de saneamiento.
En este sentido, en la última parte del proyecto CoAct, desde CENIT/UNSAM hemos organizado actividades con actores de la gestión pública en la cuenca para identificar de qué manera se puede mejorar la conexión entre ciencia ciudadana y política de saneamiento. Para eso, a través de una metodología cuali-cuantitativa que permite identificar en qué se parecen y en qué difieren las visiones de distintos actores sobre un tema, pudimos construir distintas narrativas que los decisores de la política de saneamiento tienen respecto a su vinculación con iniciativas de ciencia ciudadana. Conocer en qué aspectos hay acuerdo y en cuáles no lo hay facilitará el diseño de estrategias para mejorar la vinculación entre ciencia, sociedad y política pública. En la segunda parte del encuentro, Valeria Arza y Guillermina Actis facilitaron un taller con el que se buscó indagar en estos aspectos.
Para ello compartimos los resultados que habíamos alcanzado sobre distintas visiones y debatimos sobre las oportunidades para mejorar la conexión entre ciencia ciudadana y política pública. Adaptando un método prospectivo de tres horizontes (actual, ideal e innovador), trabajamos primero en precisar mejor cómo sería el escenario ideal de vinculación entre política de saneamiento y proyectos de ciencia ciudadana. Luego identificamos algunas prácticas que actualmente existen en el quehacer de la política pública que pueden facilitar ese vínculo y, finalmente, reflexionamos sobre qué innovaciones más o menos radicales deberían lograrse en las prácticas y herramientas de la formulación de políticas para aprovechar al máximo el potencial que ofrece la ciencia ciudadana. Entre las más recurrentes encontramos la necesidad de contar con información centralizada sobre estas prácticas para poder conectarse con estas iniciativas y proyectos, e identificar buenas prácticas para asegurar la reutilización de los datos e información generada por la ciudadanía desde la política pública.
Los resultados de estas actividades serán procesados y compartidos por investigadoras de CENIT/UNSAM en el próximo Congreso Europeo de Ciencia Ciudadana. En línea con el trabajo que realizan para visibilizar las experiencias existentes desde el PNUD y MINCYT, durante los últimos meses de 2022 el proyecto CoAct buscará contribuir al avance de la promoción de este enfoque de investigación y acción en el país a partir de recomendaciones de política que surgen de actividades como este taller.
Los problemas complejos requieren de una visión situada y mecanismos orientados a la co-creación de conocimiento. Es por esto que las propuestas de nuevas herramientas o caminos para la incorporación de la ciencia ciudadana en política pública también deben elaborarse de manera colaborativa, y con la intervención de los actores que conocen las dinámicas, recursos, y limitaciones existentes. Esto permite identificar las estrategias más adecuadas y posibles sinergias para democratizar la política pública en temáticas ambientales.