El 3 de junio, Almendra Cremaschi compartió el proyecto Bioleft en el marco de una serie de charlas organizadas por el proyecto Injerto / Textil vivo, un laboratorio de experimentación textil que se está llevando a cabo en el laboratorio ciudadano Medialab Prado, Madrid. Ana Andrés Cristóbal, integrante de Injerto / Textil vivo, explicó que el proyecto busca la soberanía textil, entendida como “la capacidad de la ciudadanía de recoger el poder sobre la creación de sus propios textiles, y recordar y renovar los procesos artesanales que nos unen a los tradicionales para repensar el futuro”.
¿Por qué hablar sobre semillas en el marco de un proyecto textil?
“Las semillas son algo esencial no solamente para la agricultura sino para la cultura propiamente dicha; están no sólo vinculadas con la alimentación sino también con lazos interculturales y también con industria textil”, señaló Cremaschi.
Gran parte de las fibras utilizadas para la industria textil son de origen vegetal, en su mayoría provenientes del algodón. Pero la producción del mismo se caracteriza por una gran concentración y exclusión. En el mundo, el 80% del cultivo de algodón es transgénico, mientras que en India y Argentina la cifra asciende a casi el 100%.
Si bien las semillas de este cultivo, como de tantos otros, han sido intercambiadas y mejoradas por siglos en función de distintas características, en la década del 60 surgió la primera forma de apropiación de las semillas de algodón por parte de las empresas obtentoras: el híbrido. Esta tecnología impide que las semillas sean resembradas, ya que perderían las características que las vuelven ventajosas frente a variedades no híbridas. Así se obliga a la compra de semillas para cada temporada.
En 1998, Monsanto patentó el primer algodón transgénico, y con ello vinieron aparejadas muchas regulaciones: las patentes prohíben resembrar dichas semillas, pero también el desarrollo de nuevas variedades. En 2000, patentó también el primer algodón resistente al glifosato, lo que obliga a usar este herbicida en los cultivos. Hoy el 80% del área sembrada con algodón proviene de semillas transgénicas, en manos de cuatro empresas. Además, el algodón transgénico tiene un valor de mercado cuatro veces mayor que el otro.
¿Qué puede aportar Bioleft?
Las patentes afectan no sólo al algodón, y no solo a especies para textiles, sino también a semillas para alimentación. Quienes producen de manera orgánica, agroecológica o bindinámica, por ejemplo, se encuentran con una falta de semillas en el mercado adaptadas a sus prácticas culturales. En este contexto resulta de gran importancia fomentar el intercambio local de semillas.
Bioleft es un laboratorio comunitario donde se piensa en cómo generar soluciones para estos problemas de sustentabilidad. Trabaja con tres herramientas principales: Una metodológica, que se basa en la gobernanza participativa del proyecto y de los experimentos en mejoramiento genético. Otra herramienta legal, que busca abordar el problema de la restricción al acceso a las semillas que implica el patentamiento: se inspira en el movimiento open source (código abierto) para establecer que las semillas con acuerdo Bioleft se puedan usar para lo que sea siempre y cuando no se restrinja el acceso ni para plantar, ni para seguir investigando sobre ellas. Es una cláusula viral que se reproduce junto con la semilla, es decir que se traslada a sus progenie y a las mejoras derivadas de ella. Actúa de manera paralela a las regulaciones de semillas. Por último, una herramienta tecnológica basada en una plataforma web, que permita generar información sobre las semillas de manera colectiva y trazabilidad, para hacer un seguimiento y poder reaccionar en caso de un apropiamiento indebido.
Proyecciones futuras
Bioleft ha avanzado mucho. Los primeros resultados ya están a la vista, y van desde el creciente vínculo con organismos del estado que buscan abordar problemáticas de las semillas -como la generación de regulaciones acordes a las necesidades de las agriculturas más sustentables-, hasta el evidente empoderamiento de los actores que forman parte del proyecto a partir de la constante reflexión colectiva.
A partir de la presentación de Bioleft, Medialab Prado y el Banco de Semillas de Mataderos comenzaron a pensar en la posibilidad de iniciar una recogida de semillas tintóreas y de materias primas como el lino o el esparto.